Por Xochitl Mendoza
“Tú me engañaste diciéndome que el cerro se iba a caer y que tú lo estabas deteniendo, allí me dejaste diciéndome que ibas a traer la comida, como no volvías, solté el cerro y no se calló, y ahora me las vas a pagar.”
El tlacuache y el coyote
Cuando el mercantilismo consolidó el capitalismo gracias a la conquista de las tierras del nuevo mundo, jamás se detuvieron a pensar en los y las afectadas que hasta nuestros días siguen en lucha por la defensa de sus territorios y de su cosmovisión económica, política y social. Es importante resaltar que para los pueblos originarios, la relación económica y simbólica es implícita (se explica una con otra); la política sigue un sistema de cargos, donde el hombre adulto debe servir en un cargo de primer nivel antes de ser elegible en un cargo de segundo nivel, de manera que solo los que tienen el cargo mayor (llamados ancianos o los “principales”) son lo que han pasado por todos los demás cargos, resultando en un conocimiento total de las necesidades de la comunidad en la que se encuentra; desde luego, este cargo no recibe remuneración alguna, es simplemente un logro y un motivo de orgullo que de esta forma devuelve a Dios o Dioses (según sea el caso) el regalo de la vida. De esta manera se expresa la reciprocidad que interviene en cada acción que se atiende.
El porqué se culpa al sistema capitalista es fácil de entender, ya que la sed de dinero y el fetichismo de la mercancía sobrepasa las conductas humanas, matando, saqueando, violando y modificando las leyes a su favor, a favor de la economía de mercado, donde el más débil, el inadaptado se extingue, o más bien, lo extinguen, lo ultrajan y exprimen hasta que no queda más de él. El “otro” el que no se entiende con el sistema individualista es el oprimido y el despreciado, pero, para el desentender del capitalismo, es el más organizado, ya que no ve en sí mismo a un ser individual, sino, colectivo.
Durante el desarrollo de los grandes medios de producción, el crecimiento de las ciudades, la explotación industrial del campo y los recursos naturales no se tomó en cuenta el costo ambiental, los peligros que conlleva la destrucción y contaminación del medio ambiente y de quienes viven hermanalmente con ella. […]
Las fuerzas productivas creadas hasta ahora, se han desarrollado enormemente pero el capitalismo las ha conducido a un nivel en el cual la destrucción de la naturaleza acerca a la humanidad a un punto sin retorno.[1]
El caso más reciente de etnocidio cometido por el sistema capitalista se refleja en la ola de suicidios colectivos en la Sierra Tarahumara a causa del hambre y la sequía. Es importante recordar que en denuncia a una televisora local, señaló que “las mujeres indígenas, cuando llevan 4 ó 5 días sin poder darle de comer a sus hijos, se ponen tristes; y es tanta su tristeza que hasta el 10 de diciembre (2011) 50 hombres y mujeres, pensando que no tienen que darle a sus hijos, se arrojaron al barranco”. Estos hombres y mujeres que no se hallan en el sistema globalizado, rechazan la ayuda y solo piden que los dejen en paz ya que, a su entender ellos y ellas son el centro del universo y su situación refleja la situación de dicho espacio.
Cuando el actual presidente Felipe Calderón (que no sigue los parámetros indígenas de <>) otorgó 22 concesiones mineras a la compañía canadiense First Majestic Silver Corporation sobre el territorio sagrado y centro ceremonial de los Wixáricas (peyorativamente llamados “huicholes” por los aztecas) no solo aportó a la concentración del capital, sino que, falto a su palabra empeñada en el “Pacto Hauxa Manaka”, donde vestido de wixirárica se comprometiera a proteger los sitios sagrados de los Wixaritari. Este acto etnicida, viola los acuerdos internacionales ratificados por México (Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169) donde se garantiza y obliga a los firmantes del pacto a consultar y respetar la autodeterminación de los pueblos indígenas sobre su territorio, por lo que, los wixaritari se han visto obligados a manifestarse pacíficamente con acciones legales y eventos culturales próximos a celebrarse abogando y exigiendo así el respeto por la continuidad de su fuego nuevo.
Por fortuna, esta no es la única manifestación étnica contra el capitalismo. Chrerán, un municipio con 60% de población indígena[2], principalmente p`urhépechas, artos de la situación de violencia, pobreza y devastación de sus bosques decidió el 2008 suplantar la función de sus policías y defender la dignidad de su pueblo, reivindicando valores como la jarojpikua (reciprocidad), el marcaspeni (servicio a los demás) y protección a nanakuraipiri (Madre tierra) organizándose alrededor de la fogata, mujeres y hombres, decidieron gobernarse a sí mismos. Para ellos y ellas, no se olvida el 15 de abril, ese día se cerraron las entradas del pueblo con barricadas y fogatas, el pueblo se unió sin líder… como uno solo, manifestándose contra la tala clandestina de bosques y los talamontes (los cuales se cree que daban dinero al presidente municipal para dejar pelón el cerro de San Miguel) que entraban, extorsionaban, se llevaban, desaparecían y asesinaba a gente (entre ellos a los encargados de bienes comunales). A pesar de esto el Instituto Electoral de Michoacán busca invalidar las prácticas tradicionales de los pobladores de Cherán, violando así el artículo 2º del Convenio 169 que reconoce la libre determinación de los pueblos indígenas.
Ejemplos como este y varios más son resultado del capitalismo, son respuesta de la gota que derramó el vaso, respuesta que no verá fin hasta terminar con este sistema represor que los ha dejado en la calle y en los huesos, pero que también les ha dado las fuerzas y el coraje para organizarse y decir ¡YA BASTA!.
[1] Partido de los comunistas, Tesis sobre ecosistemas y medio ambiente, [en línea] Disponible en: http://www.deloscomunistas.org/index.php?option=com_content&view=article&id=256&catid=47&Itemid=71#.Tyq0erssDis.facebook, consultado el 03 de febrero del 2012.
[2] CDI, Indicadores sociodemográficos de la población total y la población indígena por municipio, 2005.
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