Por Farid Reyes
El modo de producción capitalista es una forma de organización social que corresponde a determinadas condiciones históricas y a ciertos sucesos político-sociales que permitieron su nacimiento; esta sociedad, en términos de tiempo y en referencia a la historia misma de la humanidad, lleva muy poco, apenas unos cientos de años de hecho; además no se ha logrado imponer aún en todos los rincones del planeta, pues requiere de subsumir a formas de organización previas o diferentes. Es por tanto lamentable lo que muchas personas piensan al respecto de que la forma de vivir actual siempre ha sido la misma y lo continuará siendo.
Desde la propaganda oficial y los medios convencionales, reproductores de la ideología dominante[1] se ha logrado desactivar políticamente a los jóvenes y a las clases trabajadoras convenciéndolas de que el sistema y la realidad son intocables, a lo mucho se pueden buscar algunas pequeñas mejoras, pero no es posible un cambio de fondo.
Sin embargo, la historia nos ha demostrado que esto es falso, ya que es cuestión de que los trabajadores adquieran consciencia de su papel en el capitalismo, siendo los productores de este modo de producción y en general de esta realidad, para que dejen de competir entre ellos y se unan contra la clase que los oprime. Esto puede ilustrarse en una fábrica: si los obreros se dan cuenta de que de ellos depende el funcionamiento de ésta y se organizan, pueden no sólo obtener mejoras salariales, sino incluso, como ha ocurrido en repetidas ocasiones en México y el mundo, arrebatarle el control de la fábrica al patrón y organizarse entre ellos para continuar la producción, dividiendo proporcionalmente la utilidad de la venta y mejorando significativamente sus condiciones de trabajo; esta idea, a escala ampliada, es la idea del socialismo.
Podemos decir por tanto que lo que hace falta para que los trabajadores del campo y de la ciudad se organicen y luchen es que tomen conciencia de su rol en el modelo por un lado y por otro que rompan con la idea de que “así es la vida” para que busquen en primer lugar informarse tanto sobre lo que ocurre a su alrededor como del funcionamiento del sistema, logrando así un rompimiento con la ideología oficial impuesta; y en segundo lugar que crean en la fuerza que como trabajadores tienen y en la posibilidad de construir un futuro diferente al actual. Estas premisas no aplican solamente a la clase obrera y campesina, sino también a los jóvenes y en particular a los estudiantes. Lejos de ser un discurso trillado o pasado de moda, la idea de criticar, no sólo al neoliberalismo, sino al capitalismo en sí y la idea de adquirir conciencia de que pertenecemos a la clase trabajadora, se hace ahora más vigente que nunca dada la condición de profunda crisis que vive el sistema económico que aunada a la crisis ambiental, amenaza con arrastrar a la humanidad y al planeta a una destrucción sin precedente.
En efecto, la crisis internacional vuelve a poner a la orden del día la crítica a la injusticia que representa que una minoría inmensamente rica y poderosa acapare la riqueza que entre todos producimos. En el centro del capitalismo[2] internacional las personas se están preguntando si es verdad que el sistema es intocable y comienzan a actuar políticamente para intentar transformarlo; hace décadas que no había jornadas de lucha tan masivas en Europa y mucho menos en Estados Unidos.
¿Contra qué esta protestando la gente? Muchos analistas burgueses y algunos moderados dirán, con cierta razón, que las fuertes resistencias que se gestan hoy en días en Grecia o en el Estado Español por ejemplo, no tienen un carácter anticapitalista ni de clase, es decir que no están planteando sustituir al capitalismo para imponer un sistema donde se planifique la economía en beneficio de todos; están buscando que el estado de bienestar que hasta hace poco aún permeaba Europa no se desmantele como se pretende. Desde ciertas organizaciones que nos reivindicamos socialistas y revolucionarias tenemos otra visión: las masas de trabajadores y jóvenes protestando en Europa es símbolo de la decadencia profunda del sistema y de la fuerte caída del nivel de vida del pueblo, las personas en las calles están mostrando su hartazgo a un modelo civilizatorio que los oprime; en efecto, hace falta claridad en las demandas para que se pase del descontento con los recortes a las propuestas de, por ejemplo, expropiar la banca y ponerla a servicio del pueblo, pero esto no implica que estos saltos ideológicos no se puedan dar de un momento a otro. En estas coyunturas, las organizaciones revolucionarias hoy en día muy reducidas y subvaloradas (al menos en una buena cantidad de países) tienen la enorme responsabilidad de acercar a las masas a las posturas más a la izquierda y dirigir a los trabajadores para derribar en efecto el sistema, no conformándose así con pequeños cambios.
Es de esperarse que en las resistencias que se llevan a cabo hoy en el Estado Español y en otros países, cada vez más personas se acerquen teórica y prácticamente al marxismo revolucionario, a la vez que adquieren conciencia de clase; de esta manera, el regreso de las ideas socialistas es cuestión de tiempo y del trabajo de las organizaciones por supuesto.
Es importante decir que la crisis del capitalismo financiero es de tal magnitud que las protestas de las personas así sean para oponerse a los planes de austeridad que se proponen desde el FMI, adquieren un carácter anti sistémico dado que si no se aprobasen, el sistema simplemente no podría continuar. El capital lo sabe y no se puede dar el lujo de titubear en la aplicación de duros recortes a la educación o a la salud pública entre otros.
Una vez más, el fantasma del comunismo recorre Europa y, en menor medida Estados Unidos; es cuestión de tiempo para que la crisis llegue a Latinoamérica, para entonces debemos estar preparados para avanzar en la resistencia y circunstancialmente pasar a la ofensiva, tenemos al frente un futuro muy obscuro con el autoritarismo y el militarismo de la mano de la destrucción humana y ambiental o un futuro libre y digno para todos y todas donde lo importante sean los pueblos y no el capital, el dilema que Rosa Luxemburgo alguna vez formulo vuelve a tener plena vigencia: socialismo o barbarie.
[1] Esta ideología, compartida por la mayor parte de la sociedad, está compuesta por un conjunto de creencias y valores coincidentes. La ideología es dominante en dos sentidos: en primer lugar, en sentido numérico y, en segundo lugar, porque apoya los intereses de la clase dominante (burguesía). Dentro de esta ideología cabe la idea de “sentido común” criticada por Gramci. En concreto, ideas como: las cosas están mal pero no hay nada que hacer al respecto o el ser humano es egoísta por naturaleza ergo no es posible el socialismo, son ejemplos frecuentes de esta ideología que le conviene a la clase en el poder.
[2] Por centro del capitalismo entendemos a los diferentes países que poseen un nivel de industrialización muy avanzado, estos países controlan la economía internacional y buscan imponer su hegemonía en los diferentes aspectos de la vida, históricamente se les conoce como imperialistas.
très bien
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