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El Colectivo Ratio una organización política revolucionaria de jóvenes, que busca transformar de fondo el sistema económico, político y social que funciona actualmente. Trabajamos en la búsqueda de una sociedad justa, sin explotados ni explotadores y en armonía con el medio ambiente. Entendemos que esta sociedad es opuesta a la imperante y sólo se podrá realizar cuando el pueblo trabajador tome consciencia y decida acabar con este modelo de desarrollo, imponiendo un modelo que nos beneficie a todos y a todas, y no solo a unos cuantos, un modelo donde no sean las cosas lo importante, sino sean las personas, los pueblos y la naturaleza lo importante, en resumen un modelo socialista.

sábado, 1 de octubre de 2011

Comunicado del Colectivo Ratio sobre la militarización del país


La fallida estrategia de Felipe Calderón ha costado ya la vida de cerca de 50 000 personas, una cifra alarmante. Ante esta situación el gobierno federal no solo no ha reconsiderado su estrategia sino que ha decidido incrementar la presencia de militares en el país, generando un clima de violencia y miedo aún peor.

La llamada “guerra contra el narcotráfico” es en realidad una guerra preventiva dirigida para controlar y amedrentar a la sociedad, esta idea se confirma al observar que los muertos de esta guerra son estudiantes, mujeres, obreros, campesinos y el pueblo trabajador en general. Mientras tanto los capos del narcotráfico mantienen nexos muy estrechos con políticos. Ejemplo de ello es el vínculo entre el Chapo Guzmán y el cartel de Sinaloa y el gobierno federal, lo cual ha sido arduamente investigado y corroborado por diferentes periodistas.

En este sentido la afirmación de que vivimos en un narco estado tiene plena validez, y, si es así cabe preguntarse entonces ¿Qué se busca con esta guerra que ha costado tanta sangre? Calderón arriba por medio de un fraude electoral, busca rápidamente legitimar su imagen mandando al ejército a las calles a “combatir” a los cárteles no afines al gobierno y comienza la muerte de personas inocentes. Más aún, el plan Mérida es un acuerdo por medio del cual el gobierno mexicano se compromete a iniciar una guerra interna “contra el narcotráfico” a cambio de recibir apoyo económico y de inteligencia militar desde Estados Unidos. 

No conforme con tener a los cuerpos represivos del estado en las calles amedrentando a la sociedad, desapareciendo a luchadores sociales y activistas y violando derechos humanos, el Estado mexicano ahora intenta modificar la Ley de Seguridad Nacional, está modificación faculta al ejecutivo a declarar “estado de excepción” en zonas del país, es decir suspender las garantías individuales de los ciudadanos, además de que permite que el ejército intervenga en cuestiones políticas y sociales, legaliza el arbitraje, los cateos sin ordenes previas y propone otros mecanismos encaminados a mantener el control de la población.

 Ante estos hechos desde el Colectivo Ratio hemos impulsado la Coordinadora Metropolitana Contra la Militarización (COMECOM) participando activamente para frenar esta política militarista. La COMECOM junto a otras organizaciones del país creemos que la manera de frenar esta lamentable situación que atraviesa el país es por medio de la movilización independiente y combativa y llamamos a las organizaciones y movimientos sociales a conformar el Primer Encuentro Nacional Contra la Militarización del País. Creemos que solo la unión de las organizaciones estudiantiles, obreras, campesinas, de derechos humanos, intelectuales y demás sectores de izquierda, luchando juntos en las calles y organizados logrará acabar con esta guerra, formulada, al final para mantener los privilegios de la burguesía en un sistema que se desmorona por todas partes.



 La contradicción entre la soberanía alimentaria y el campo privado


Por Erick Reyes

La soberanía alimentaria se lleva a cabo cuando la campesina o el campesino trabajan la tierra para el autoconsumo, ejercen presión sobre las políticas agrarias de cada Estado y tienen control sobre la venta de sus productos sin intermediarios (supermercados o empresas agroindustriales trasnacionales); ell@s cuidan el agua y  la biodiversidad, no utilizan pesticidas, herbicidas o fertilizantes porque saben del equilibrio que necesitan sus cosechas para el control de plagas (conocimiento ancestral como la milpa y los pluricultivos) con ello el cuidado y el conocimiento histórico de semillas autóctonas (o criollas) que son resistentes a cambios drásticos y más nutritivas sin costes a la salud.

La soberanía alimentaria se ha ido perdiendo a partir de la llegada del libre mercado (en los años 80´s y la firma del TLCAN en 1994 en México) y la entrada de los agronegocios en las economías nacionales, en estas economías aún existen mecanismos de autoconsumo en el campo, mientras la venta de los productos se realiza a nivel local y regional, economías como estas las encontramos en África, América Latina y Asia. 
La concentración de tierras en manos del capital privado comienza a partir de los años 80´s con políticas neoliberales impuestas por el FMI, BM y la OMC que han promovido en países del tercer mundo la explotación de la tierra sin medida, cambios de ajuste estructural benéficos al gran capital, eliminación de todos los aranceles y paso a la inversión privada en economías de países periféricos, “este problema conlleva a que un reducido grupo de empresas como Monsanto, Syngenta, Bayer, Dow y Dupont posean el 90% de los beneficios del sector agroalimentario mundial.”[1]

Tal concentración genera migración, así “2 millones de mexican@s en su mayoría hombres han tenido que buscar el famoso “sueño americano”[2] y esta problemática provoca que no exista un subsidio real al campo, mientras sectores policiales y militares desalojan comunidades de pueblos originarios y campesin@s para que empresas trasnacionales puedan explotar tierras fértiles en la mayoría de los países periféricos, con consecuencias como la ampliación de cinturones de miseria alrededor de las zonas urbanas, aumento en la pobreza, desempleo, falta de escuelas, hospitales  y un largo etc.

En países periféricos (México, Paraguay, Nigeria, Zambia, India, Mongolia, entre otros) el 80% de lo producido es para la exportación, beneficiando a los países centro (EUAN, Alemania, Francia, etc.) La mayoría de esos productos al ser exportados no toman en cuenta  al campesinado derivando en que éste no pueda ponerle un precio a su cosecha, dejando el precio del producto en vistas de los intermediarios y el mercado, haciendo que se eleven los precios a niveles nunca antes vistos. 

Largas distancias es lo que el producto recorre desde su producción hasta su consumo pasando por una multitud de intermediarios; los principales son las distribuidoras de alimentos como Wal Mart, Herdez, Jumex y Soriana en México, Carrefour y Mercadona en España entre otras. Con el fin de lograr precios competitivos en el mercado, estas grandes distribuidoras ejercen una fuerte presión económica sobre las agricultoras y los agricultores sin pagarles lo justo para que el campo siga produciendo con sustentabilidad y sostenibilidad.

Otro problema es el llamado dumping “una práctica comercial desarrollada por los países centrales, quienes tienen un sector primario mucho más subvencionado que los países periféricos. Esto les permite poner en el mercado internacional los productos a precios más competitivos que los países periféricos, provocando una invasión de los mercados periféricos de productos agrícolas procedentes de países centrales, hundiendo las economías locales y llevando a la ruina a su campesinado.”[3]
 
Los países que no tienen subvencionado el sector primario se han convertido en víctimas de las importaciones agrícolas no pudiendo competir con los precios del mercado, viéndose obligados a repetir los medios productivos de los países centrales basados en insumos energéticos (fundamentalmente gas natural, productos derivados de refinación y energía eléctrica) pidiendo la firma de prestamos a organismos internacionales como el Banco Mundial trayendo consigo el aumento en la deuda nacional.

Tomando en cuenta el estilo de vida que nos hace llevar este sistema, es necesario recalcar que las zonas urbanas y los países centro necesitan de una utilización de energía mucho mayor a la que necesita el resto de la población mundial. En la actualidad, observamos como el término biocombustible comienza a sonar como unaalternativa” al uso de combustibles fósiles, gas y carbón; pero lo que no se dice es que los biocombustibles traen consigo la pérdida de la soberanía alimentaria y la perdida en la biodiversidad de la tierra.

Para el cultivo de biocombustibles son necesarias millones de hectáreas de monocultivos (que son vulnerables a plagas, cambios de temperatura, etc.) teniendo en cuenta que se tiene que abastecer de energía a toda la Unión Europea, EUAN y en mucho menor medida zonas urbanas en países periféricos, surge la pregunta: ¿De dónde sale esa energía que necesitamos? Es producida por zonas de cultivo que son sobreexplotadas con “el uso de transgénicos como es el caso del etanol (productos ricos en sacarosa como la caña de azúcar) en Brasil, que es el 1° productor a nivel mundial, el mercado de etanol en este país es controlado a un 70% por corporaciones extranjeras (Cargill, Bunge y ADM, entre otras) y con miras a una mayor exportación a mercados globales como el de EUA, Japón, Corea del Sur y la UE.”[4]

El modelo de consumo, producción y distribución actual nos lleva al uso desmedido de los recursos de la madre tierra, ahora lo que está en juego no es simplemente la humanidad sino el planeta. Desde el Colectivo Ratio nos pronunciamos en CONTRA de: el uso de transgénicos, de los agrotóxicos, la exportación de productos nacionales desde la periferia al centro, el dumping, los intermediarios, la concentración de tierras por parte de empresas trasnacionales y decimos: SÍ a la soberanía alimentaria, la cual pensamos podrá en verdad ser una realidad con una economía planificada por y para el pueblo.






 Coords. García Faure, Arián y Gago Menor, Andrea, ¿Porqué es la soberanía alimentaria una alternativa? Ed. Paz Con Dignidad, España, 2011, pág. 9
[2] La semilla en la tierra, Patricia Carrillo y Yanes Illanes, 2010.
[3] Coord. García Faure, Arián y Gago Menor, Andrea, op. Cit. Pág. 21
[4] Bravo, Elizabeth.  “Encendiendo el debate sobre biocombustibles” Ed. Capital Intelectual. Ecuador. 2007 Pg. 74

Feminismo o Barbie-arie


Por Mara Ximena Ramírez

Parte I

En un contexto donde es evidente que el sistema económico y social sobrevive gracias a las relaciones de poder y a partir de las sociedades patriarcales, es sumamente importante redefinir lo que el feminismo cuestiona y por lo cual lucha, ya que históricamente el feminismo (poderoso adversario de las sociedades patriarcales) ha sido mal interpretado, ya sea con fines de lucro, o bien, por simple ignorancia, promovida especialmente, para preservar el prevaleciente orden socio-sexual. En ese sentido, y como agentes de lucha contra la opresión hacia las masas, es imprescindible replantearnos la lucha feminista, para posteriormente reivindicarnos como sujetos históricos dentro del movimiento feminista, a quien por cierto, debemos tantas victorias en pro de las mujeres y el cual, que persiste vigente y aun más, se ha visto en la necesidad de cobrar fuerza como respuesta al sistema patriarcal determinante del modelo económico capitalista, que, como rasgo muy específico, se avoca a promover a la mujer como una mercancía más dentro de sus entrañas, la cual es indigna de ser tratada como ser humana. 

¿Por qué redefinirlo hoy, en pleno siglo XXI? Porque la opresión a la mujer no cesa y se recrudece cada día más, porque hay que conocer la lucha que han dado las mujeres feministas para tomarla como referente en la construcción de una sociedad con vínculos más equitativos entre mujeres y hombres, porque es a partir del estudio de la condición de la mujer (tema que se tocará escuetamente) que se vuelve necesario tomar en cuenta la responsabilidad tanto de los hombres como de las mujeres en la construcción de la nueva sociedad que pide a gritos ser parida. Es importante aclarar que si bien tocaremos el tema del feminismo desde una visión histórico-política que ha sido determinante, esta labor solo pretende introducirnos al análisis del feminismo de un modo extremadamente sintetizado, por esto cabe señalar que es necesario profundizar en el tema para tener una perspectiva más crítica y completa. 

El feminismo es pues, un movimiento político, cultural y económico que tiene como objeto la equidad de género (traducida como igualdad de derechos entre mujeres y hombres), lo cual no implica una nueva subyugación  hacia el hombre ni ninguna de aquellas ideas extrañas que la ideología dominante se ha dedicado a hacernos creer que logrará el feminismo.

A pesar de las continuas protestas en las que las mujeres se han visto obligadas a participar, tras la desaparición de las sociedades prehistóricas matriarcales y la desigualdad sexual tan particular en cada uno de los modos de producción, no fue sino hasta la Revolución Francesa que, dentro de una atmósfera ilustrada, comenzó a gestarse el movimiento feminista como un movimiento que exigía el reconocimiento de las facultades políticas y civiles de las mujeres; ya que si bien, en los albores del capitalismo se integró masivamente a las mujeres a la actividad productiva extradomética y esto favoreció su independencia económica, la sociedad capitalista preservó dentro de sus prácticas la discriminación y la marginación de la mujer tanto proletaria como burguesa, era trabajadora pero no ciudadana, participaba en el proceso productivo pero aun estaba privada de los derechos político-civiles de que gozaba el hombre.

El feminismo como cuerpo coherente de vindicaciones y como proyecto político capaz de constituir un sujeto revolucionario colectivo, sólo puede articularse teóricamente a partir de premisas ilustradas, valores muy importantes (liberté, fraternité, egalité) pero, reservados exclusivamente a la nueva clase dominante, mejor dicho, a los hombres de la nueva clase dominante, las mujeres entonces quedaron fuera del proyecto igualitatorio tanto en la Francia revolucionaria como en las posteriores revoluciones democrático-burguesas  del siglo XIX, fue entonces que comenzó a articularse el feminismo moderno, el cual supuso la efectiva radicalización del proyecto igualitario ilustrado.

En la Revolución Francesa veremos no sólo el evidente protagonismo de las mujeres en los procesos revolucionarios, sino las más contundentes demandas de equidad de género. Al quedar excluidas de los procesos políticos, las mujeres (quienes se autodenominaron “el tercer Estado del tercer Estado”) comenzaron a redactar sus propios cahiers de doleance[1]. En  el contexto del feminismo incipiente podemos mencionar, como una más de las primeras expresiones políticas del movimiento femenino, la petición de las mujeres parisinas a la Asamblea nacional de 1789 (reúne mujeres proletarias y burguesas).

De igual modo, tanto en el terreno de la revuelta como en el terreno de las iniciativas políticas, las mujeres se organizaron en la elaboración de documentos como la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana en 1791 (su autora fue Olympe de Gouges quien terminó en la guillotina), en la conformación de clubes de mujeres, otras se insertaron en el ejército, etc. Como éstas acciones revolucionarias que incluían a mujeres de todos los sectores, podemos mencionar muchas más, sin embargo el nuevo poder reprimió duramente el movimiento (los clubes fueron cerrados por los jacobinos, se prohibió la actividad política a las mujeres y las feministas más destacadas compartieron el mismo destino: la guillotina o el exilio) tal como ha sucedido históricamente y tal como hoy se muestra el escenario de la lucha feminista: un escenario plagado de sangre donde las mujeres nos hemos convertido en presas fáciles para ser explotadas, vendidas, compradas, violadas, vejadas y asesinadas nos atrevamos o no a luchar por nuestra reivindicación y también en presas fáciles para ser ignoradas por las autoridades, quienes incluso son cómplices directos de los abusos que se cometen contra las mujeres, y más específicamente, cómplices de los feminicidios que recorren crudamente cada rincón del norte, centro y sur de México.










[1] Cuadernos de quejas, los cuales se realizaban con el propósito de mostrar el carácter interestamental de su opresión.